Soy un hedonista harlista

Aunque soy motero realmente no lo soy, lo que soy es un hedonista harlista. La experiencia de subirme a mi Sportster 883 por las carreteras secundarias de la sierra madrileña es algo indescriptible. Estamos hablando de un modelo urbano pero que yo disfruto en carretera en pequeñas dosis. La cojo poco pero siempre muy intensamente, y llevo así ya 9 años.
Mucho se ha hablado del modelo de negocio de Harley-Davidson. Incluso cuando estudié el PDD del IESE me pusieron el caso de esta empresa. Si alguien ha sabido trabajar bien el branding, ese ha sido Harley-Davidson: 

No venden motos sino experiencias, valores, un estilo de vida y, por supuesto, status.
Personalizar la moto es otro de los alicientes de tener una Harley. Es un vicio caro, pero nadie puede resistirse. Cuando compras la moto, lo primero que hacen es regalarte un catálogo de productos y ya estás enganchado.
No me extiendo más porque lo único que quería deciros es que me voy a dar un homenaje de unos 50 km. Placer, puro placer.

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