En mi época de editor de no ficción en Punto de Lectura tuve la oportunidad de leer y de editar libros de distinta índole y temáticas. Uno de ellos fue Hágase rico en un año, de Napoleon Hill, una secuela en forma de consejos de su famoso libro Piense y hágase rico. El libro se centra en la idea de que para conseguir nuestros objetivos debemos estar seguros de lo que queremos, desearlo con mucha fuerza y abrir las puertas necesarias para alcanzarlos.
Con independencia de su dudoso título, excesivamente comercial y poco real, los 52 consejos que el autor nos ofrece son de gran ayuda para todo profesional, además de motivadores. Yo acudo a él con habitualidad. Ayer leía uno titulado «Su fuente de poder». Ahí va:
«De todos los grandes hombres que he conocido. Thomas Edison es el que más me ha intrigado, tal vez porque a pesar de no haber recibido una formación convencional llegó a ocupar un lugar preponderante en el terreno científico.
Edison era el hombre más tranquilo que jamás he conocido. No tenía frustraciones ni temores. No tenía ningún remordimiento respecto a nada ni a nadie. Tampoco se daba demasiada importancia, sino que era humilde de corazón. Ahí residía su grandeza.
Una vez, mientras hablábamos de las miles de veces que habían fallado sus experimentos para inventar la bombilla incandescente, le pregunté:
– ¿Qué hubiera hecho si no hubiera descubierto el secreto?
Con una sonrisa en los ojos me contestó:
– Ahora estaría trabajando en mi laboratorio en lugar de perder el tiempo hablando con usted.
Edison no conocía el fracaso. Para satisfacer mi curiosidad respecto al número de fracasos que una persona puede soportar antes de darse por vencida y perder la esperanza, realicé una encuesta entre algunas personas. Una gran parte de la gente que entrevisté renunciaba al primer fracaso. Un porcentaje muy pequeño lo intentaba una segunda vez. Pero el porcentaje más alto era gente que renunciaba incluso antes de fracasar, porque ya se lo esperaban. Renunciaban antes de intentarlo. Sobra decir que dentro de este grupo no había Fords ni Edisons.
Hay dos hechos determinantes en relación con hombres y mujeres que triunfan o fracasan en la profesión que eligen. Los triunfadores hablan en futuro de los objetivos que se han propuesto alcanzar. Los fracasados hablan en pasado de sus derrotas y desencantos. Esta regla nunca falla.
Hay otro rasgo que he observado en relación con la gente que triunfa y la que fracasa. Los triunfadores por lo general hablan bien de la gente que tiene éxito.
[…]
Su mente le pertenece. Usted es el único juez de sus reacciones ante cualquier situación que afecta a su vida. Aprenda a cerrar las puertas de su mente y a prescindir de reacciones negativas si desea encontrar el bienestar que busca.».
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