Este fin de semana he tenido la ocasión de leer el último libro de David del Campo, Los días en el gabinete del ministro Illa, con un subtítulo que hace de perfecta introducción: «Relato en primera persona de la gestión de la crisis del coronavirus». Un factor muy interesante, desde un punto de vista editorial, es que ha sido publicado gracias a una campaña de crowdfunding o mecenazgo; en un modelo no nuevo pero todavía no muy extendido en el sector.
Un libro que, usando palabra del propio autor, actualmente director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save The Children, aspira a que realmente:
«hayamos aprendido algo como nación durante la pandemia de la COVID-19. Aprender, como sociedad y como ciudadanos y ciudadanas a nivel individual, la importancia de las políticas públicas, de llegar a acuerdos y de tener un sistema capaz de responder a emergencias y crisis que a partir de ahora ya no serán la primera: la segunda y siguientes por venir. Cuestiones relacionadas con situaciones climáticas extremas, desplazamientos forzosos de poblaciones, terrorismo internacional… volverán a nuestras vidas, ojalá más tarde que temprano, pero nos exigirán prepararnos hoy para lo que ocurra dentro de diez años.».
En el prólogo, Rafael Vilasanjuan hace una reflexión que quiero recoger aquí: «La necesidad de entender la salud como el principal concepto de seguridad en nuestras vidas, en nuestra capacidad de relacionarnos, de trabajar, de generar ingresos o de viajar».
Soria y su alcalde
Un capítulo me ha llamado poderosamente mi atención: «Soria y su alcalde»; y es el verdadero motivo que me ha llevado a escribir este post. David hace especial hincapié en la España vaciada, centrándose en la angustia vivida en Soria.
En palabras de Greenpeace, en los territorios con poca población, envejecida y dispersa, es más difícil mantener los servicios y equipamientos y las administraciones locales ya no pueden, o no les renta políticamente, proporcionarlos. Como resultado, los pueblos son cada vez más pequeños, es decir, están cada vez más despoblados, a la par que las ciudades son cada vez más grandes.
Independientemente de las causas que han provocado este declive de población, lo que está claro es que este fenómeno no solo implica una pérdida cultural y económica, sino que tiene un claro impacto en el medioambiente.
Ciertamente se requiere la implantación de prontas soluciones pero este es un blog para gente que actúa, por lo dejo esta pregunta a innovadores y emprendedores: ¿no pueden ser estas zonas de la España vaciada una gran fuente de oportunidades?
Los beneficios de este libro serán donados al Instituto de Salud Carlos III para la investigación de enfermedades infecciosas.
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